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Este sistema de medida puede ser de gran
ayuda a distintos profesionales del deporte:
-Preparadores físicos de atletas o equipos
-Entrenadores y técnicos deportivos
-Licenciados y profesores en Ciencias de la Actividad Física y del
Deporte
-"Científicos del deporte": investigadores, biomecánicos,
fisiólogos,
...
-Médicos especialistas en Medicina del Deporte
-Entrenadores personales -Fisioterapeutas y rehabilitadores
-etc.
Esto es así porque las aplicaciones a las
que puede destinarse el T-FORCE
System en el campo de la evaluación y control del
rendimiento son muy numerosas. Ejemplos:
1) Monitorización
de las sesiones de entrenamiento de fuerza a través
del control de la velocidad de ejecución y/o la potencia mecánica
desarrollada.
Como indica el profesor J. J. González Badillo, "si
pudiéramos monitorizar la velocidad de ejecución avanzaríamos
mucho en el control y dosificación
de la carga de entrenamiento". ¡Esto es un ya un hecho con
el T-FORCE! Con esta forma de entrenar, enfocaríamos
la sesión con el fin de lograr mantener cierta velocidad (o
potencia) de ejecución prevista.
El nº de repeticiones por serie vendría determinado por
la reducción
de la velocidad. Si se prescribe que hay que hacer repeticiones
hasta que se pierda, por ejemplo, un 10% de la velocidad objetivo,
cuando esto ocurra se daría por concluida la serie. Esto exige
que haya que tener claro cuál es la velocidad óptima
para cada objetivo y qué margen de
velocidad estaría
permitido perder en cada caso. Por tanto, no se programa ni un porcentaje
de la repetición máxima (1 RM)
ni un peso determinado, sino una velocidad o potencia concreta
a la que se debe realizar el entrenamiento.
2) Evaluación
periódica
de la fuerza muscular en varias de sus manifestaciones. Con los
datos proporcionados por el software, es muy rápido
obtener las valiosas curvas de fuerza-velocidad y potencia que
nos informan del estado de forma en que se encuentra el deportista y de cómo
se acerca
o aleja del óptimo para su deporte y especialidad concreta. Gracias a estas
curvas, podremos comparar a nuestros deportistas entre sí y, lo que es más
importante, realizar un seguimiento de su evolución en el tiempo, pudiendo
conocer en qué dirección ha ido el efecto de entrenamiento.
3) Análisis biomecánicos
y de la técnica de ejecución de diferentes ejercicios.
Con el T-FORCE podremos conocer los valores de las principales
variables cinemáticas y dinámicas (posición, velocidad,
aceleración,
potencia, fuerza, etc.) cada milisegundo,
pudiendo determinar
los perfiles o características
típicas
de cada
ejercicio, analizar
las diferentes
fases
del recorrido, identificar puntos críticos o fallos en la ejecución,
etc.
4) Análisis de
"curvas de fatiga".
Analizar cómo se pierde velocidad, potencia y/o fuerza en repeticiones sucesivas
de un mismo ejercicio puede ser muy interesante para conocer, por ejemplo, el
grado
de
pérdida que experimenta un sujeto con diferentes porcentajes de su 1 RM. Conocidas
estas
pérdidas, y en función de la especialidad del deportista, se puede conocer el
número óptimo de repeticiones que debería realizar según el objetivo perseguido
y programar
su entrenamiento en consecuencia. Si el objetivo fuera mejorar la resistencia
a la fuerza, dichas curvas por sí mismas nos indicarían cómo mejora esta cualidad.
5) Estudio de los cambios
de rendimiento experimentados ante cargas submáximas.
Como conocemos la velocidad y la potencia desarrolladas ante cualquier carga,
muchas veces no será necesario desplazar cargas máximas para constatar si se
ha producido una mejora. Si en tests sucesivos somos capaces de desplazar determinada
carga a más velocidad, o con mayor potencia, ésto será ya un claro indicativo
de que hemos mejorado.
6) Estudio del déficit
de fuerza, y de su evolución a través de un ciclo de entrenamiento.
El déficit se puede deducir de los valores de fuerza media aplicados ante
cada carga submáxima durante un test de 1 RM.
7) En el ámbito
de la rehabilitación muscular, un indicativo claro de la
recuperación
de la función muscular tras un periodo de lesión o inactividad
será el que
un atleta vuelva a ser capaz de mover las cargas (que, por supuesto, no
tienen porqué ser máximas) a una velocidad más o menos
cercana a como lo venía haciendo antes de estar lesionado. El control
de la velocidad para estos deportistas puede ser muy interesante en su proceso
de retorno a sus
valores deseados de fuerza útil.
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